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En nueve fechas del 16 al 24 de Diciembre de cada año, festejamos aquí nuestras “Posadas” tan alegres y tradicionales; la última de ellas, en la llamada “Noche Buena”. Rezos y jolgorio en celebraciones familiares o sociales, al gusto pagano y religioso de cada clan, para recordar, por una parte, el tiempo del embarazo de María, la Virgen Santísima; y por otra, el duro peregrinar que tuvo ella a lomo de jumento, encinta, acompañada por señor San José, su fiel y dulce esposo durante el trayecto de su hogar al pueblo de Belén de Judá, para cumplir con el mandato oficial de empadronamiento que había en esos días.
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Los festejos que se fueron transformando en las “posadas” de hoy, formaron parte de la conquista espiritual de México, como prácticas que los frailes usaron a favor del mestizaje y la conversión de indígenas, fusionando fechas importantes para los nativos, como el nacimiento del “Dios Sol”, en que ellos obsequiaban a sus invitados estatuillas, cuchillos y preparados comestibles de maíz, amaranto y miel de maguey, con otras de tipo cristiano... algunas similares en fechas como las citadas, hasta lograr poco a poco un gran y casi perfecto sincretismo.
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No se tiene certeza si en España se tenían ese tipo de festejos en la época colonial, por lo que gran número de investigadores las consideran como totalmente nuestras. Parecen tener su origen en las antes llamadas “Misas de Aguinaldo” que celebraban los P. Agustinos antes del 1590, en su monasterio en Acolman, seguidas de escenas navideñas y pastorelas con cantos de los asistentes, a las que se fueron adicionando música, danzas, luces artificiales, cohetes, villancicos, bolos, canciones profanas y sobre todo la peregrinación con imágenes sacras; cultos estos que fueron muy aceptados, más aún cuando se corrió la voz de las grandes indulgencias otorgadas a los indígenas que asistieran y se confesaran, glorificando externamente su Fe, y en esa forma la gran celebración del Nacimiento de Jesús.
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En casas particulares, el bello “nacimiento” ocupaba el sitio de honor en las procesiones, había entonces devotos rezos, letanías, juegos y piñatas, repartición de colaciones, golosinas, dulces y bolos, para rematar al final en alguna modesta merienda de tamales, a excepción de la “Cena Navideña” que ya en toda forma, se organizaba para la 'Noche Buena' del 24, después de la “Misa de gallo” que reunía a todos, chicos y grandes, haciéndose por lo general de popular ‘coperacha’ y casi digamos, a lujo, con diferentes platillos fuertes; sopas, carnes rojas, pescado y ensaladas, más licores, vinos de mesa, sidra, rica variedad de postres, destacando los buñuelos... ¡ y modestos regalos para todos los asistentes !
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Guardo vivo el recuerdo familiar de todo esto, que por años se organizó en la casa 'grande' de mis tres tías solteras, -hermanas de mi padre-, y que ya una vez casado y a gusto de mi esposa, lo empezamos a hacer en nuestro propio hogar.
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Con el cariño de su amigo, ALF el 'tapatío', en este dichoso mes navideño y de despedida para el viejo año que pronto se terminará.
Para todos Uds., ¡¡ Felicidades !!