viernes, 10 de abril de 2009

RECUERDOS DE UNA VACACIONES CAMPIRANAS EN MI INFANCIA.










*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*
De niño escuchaba las historias de mi padre en ése rinconcito de Jalisco de la región de Los Altos, 'Ayo, el chico', su lugar de origen y de sus antepasados, pero fue hasta mis once años para que solo, con mi papá, pudiese ir a conocerlo tras una serie de peripecias, en una de sus afamadas festividades religiosas por cierto hechas a lo grande.
Ayo era un pueblito lleno de parientes a quienes yo en su mayoría no conocía, ya que pocos venían a Guadalajara porque sin la carretera actual, no era fácil transportarse entonces, pero que me contaban pasaba por sus orillas un bonito riachelo y tenía extensas huertas de naranjos, limas, toronjas, limoneros y membrillos.
Decidimos irnos por el ferrocarril que iba a México, hasta Yurécuaro, donde nos recogerían unos familiares. Todo iba en orden hasta el sorprenderme conocer el centro de ese poblado, entonces de tierra suelta y con tremendos lodazales, en parte por los fuertes aguaceros que habían estado cayendo. Allí compré unas ricas naranjas agridulces y jugosa jícama, enorme, con limón, sal y chile molido, digna de servirse en un banquete medieval.
Tras larga y nerviosa espera de quienes vendrían por nosotros, al fin arribaron en una especie de jeep con garrucha en la defensa y cable para tracción externa, que abordamos de inmediato tras saludar al chofer, un joven sobrino de mi papá quien dirigiría las maniobras.
Aquello fue una odisea, ya que al usar el cable para tratar de mover el vehículo que se había atascado, amarrándolo a un arbolito, la fuerza del motor sacó a éste último de raíz y no sirvió para nada como esperábamos confiados. Sus ayudantes ponían piedras y ramas bajo las llantas, empujaban y casi en peso lo sacaron para avanzar a vuelta de rueda, pensando nerviosos en el paso del río que corre afuera del pueblo, que iba crecido y podría ser imposible de flanquear en nuestra loca aventura.
Al fin logramos llegar bastante tarde, siendo recibidos e instalados en casa de una tía paterna, cariñosa viejecita que casi sin vista nos comía a besos, tras muchos años de no ver a mi papá.
Para el día siguiente nos prometieron un mole poblano casero con guajolote, más el riquísimo consomé, acompañado de sopa de arroz con verduras y huevos cocidos.
Mis casi desconocidos primos me invitaron 'luego lueguito' a entrar en ambiente, tocándonos ir al corral a sacrificar al animal. El mayor se encargó de cortar de un tajo la cabeza del cócono con afilado machete, otros sujetaban las alas contra el cuerpo del animal, mientras que yo, por atrás, le detenía las patas. Brotó la sangre, y los más chicos impresionados soltaron las alas, y cual no sería mi sorpresa, cuando así, sin cabeza y aleteando con vigor, recorrió un buen trecho dando vueltas, arrastrándome por el piso al no soltarlo como me habían indicado.
Quedé como un Santo Cristo, todo raspado y maltratado, tras mi nada grata presentación ante la parentela.
Pero ya en la verbena nocturna en la placita central (y única), gocé de lo lindo en un ambiente desconocido para mi, las muchachas coqueteaban con nosotros, había fruta y sabrosos dulces caseros que muchos nos regalaban, música de banda en el pequeño kiosko que por cierto daba toques eléctricos quién sabe por qué. Aunque de acuerdo a mi corta edad, y ahora, de viejo, ya ni recuerdo nada de lo relativo al regreso; si fue igualmente por tren, o en algún vehículo de motor por los rumbos de Arandas y Atotonilco, otros pueblitos cercanos y solo conocidos por mi de nombre.
---------------------------------------------------
Ahora, ya ni en las llamadas Vacaciones Primaverales salgo de casa; tranquilito me veo más bonito y me duele menos el reuma.
ALF, el 'tapatío' que afortunadamente no lo visita aún el alemán Alzheimer, y se divierte contándoles sus aventuras pasadas y algunas mentirillas, je, je, je.

1 comentario:

ALF dijo...

Empieza a apretar el calor este año, y en otras partes de México se han presentado muy altas temperaturas (más de 50º C.)
En paseos como estos, siempre encontrábamos riachuelos frescos y limpios y hasta cascaditas donde echar un buen chapuzón. ¡Que ricura! (Aunque cada día hay menos y los que quedan, están ya contaminados) Aburrrrrrr...