sábado, 7 de febrero de 2009

<<< LAS AÑORADAS *VERBENAS* TAPATÍAS >>>












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En aquellos lejanos años, que llamamos pomposamente “nuestros tiempos”, nosotros los viejos que peinamos canas si es que conservamos algo de cabello que lucir aún, allá por los lejanos años 40 y 50 del siglo pasado, y aún antes, cuando noviaban, se comprometieron y contrajeron nupcias nuestras padres, abuelos, tíos y amistades de antaño, las “verbenas” eran hermosos paseos de muchísima concurrencia, al anochecer de los días domingo y algunas veces entre semana también, en las Plazas principales de nuestra Guadalajara.
Me refiero a Plazas, no comerciales como hay ahora, sino cuidados jardines con muchos árboles casi siempre, prados y andadores o banquetones con bancas para sentarse plácidamente a descansar, y por lo general algún *kiosko central* donde bandas militares u orquestas típicas ponían el ambiente artístico más propicio para convivir y disfrutar alegre y cordialmente.
Por ejemplo, en la Plaza de Armas o de la Constitución, la principal, desde al atardecer se veía llegar a familias tapatías y a algunos turistas ocasionales. Las personas de edad ocupaban las bancas mientras muchachas y muchachos empezaban a dar lentas vueltas alrededor de los bien cuidados jardines; ellas, en grupitos por la parte interna y en una sola dirección, mientras los jóvenes lo hacían por la parte exterior y desde luego, en sentido contrario para irlas encontrando a la pasada e intercambiar miradas coquetas y algunas discretas señales.
Vendedores ambulantes ofrecían a los caballeros, flores para obsequiar a las damas de su preferencia. Clásicas rosas de largo tallo, los claveles reventones, gardenias perfumadas o los muy gustados -por humildes y sencillos-, ramitos de violetas o coloridos pensamientos, detalle este sumamente favorecido para iniciar un flirteo que pudiese terminar en romance.
Mientras tanto en las bancas, se platicaba y pasaba el rato comiendo muéganos, pinole, pepitas tostadas y cacahuates (maní), morelianas, guasanas (garbanzos tiernos) y ponteduro.
En el kiosko central, la Banda del Estado lanzaba al aire las vibrantes notas de conocidas marchas o valses y oberturas de operetas vienesas y zarzuelas españolas tan de moda entonces, como Ecos de México, la Marcha Dragona, el vals de La Viuda Alegre y Sangre de Artista, los intermedios de El Gato Montés, Las Bodas de Luis Alonso o las sentidas y tiernas notas de La Dolorosa, Luisa Fernanda, La Viejecita y tantas otras del gusto general.

Abajo del citado kiosko francés, en lugares especiales, si se veía conveniente se ponías sillas extras de bejuco para alquilar a señores 'de la alta' que asistían preferentemente a deleitarse de la hermosa música y el festivo ambiente.
Otras “verbenas” famosas se hacían en el Jardín del Santuario, solo que en éstas la música pasaba a segundo término, pues la característica principal eran los adornos en las calles y las muy ricas vendimias en cenadurías y puestos banqueteros, así como la venta directa de globos, algodones, manzanas y tejocotes acaramelados, cañas y los tradicionales buñuelos de rodilla en miel caliente de piloncillo, desbaratados en platos de barro y a comerse con cucharas de lámina.
En tiempo de elotes tiernos y chayotes, ambos se vendían en grandes cazos con generosas porciones de queso fresco o panela (queso blanco) o adicionándoles jugo de limón y el muy picoso chile de árbol, seco y bien molido.
Entre las populares o populacheras, para la gente menos pomadosa, estaban también las “verbenas” del Jardín de Analco (rumbo en donde nací), donde la policía se hacía presente para evitar que se propasaran con las muchachas o 'chamacas' del barrio algunos de los “castigadores de Analco” ('chulos' en España, creo...), ya que a veces, cuando se acercaban a ofrecerles flores, recibían un sonado golpe con varas de membrillo que los genízaros o policías portaban ex-profeso, puesto que algunos abusivos acariciaban o manoseaban con su mano libre a las que ingenuamente se creían agasajadas por aquellos *conquistadores del barrio*.
Entre ellos mismos se ponían alerta, y al ver a un “poli” cerca, gritaban... ¡ Ahí va la vara !

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Costumbres tipo pueblerino hoy casi desaparecidas en la tremenda *modernidad* que llegó a romper paradigmas de las populares y antiguas muestras de nuestra Cultura.
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En una tranquila tarde sabatina, su amigo ALF el 'tapatío' desde su casa en el Mpio. de Zapopan, en la zona conurbada de la
Capital Jalisciense, con su mayor afecto.

1 comentario:

ALF dijo...

Por lo visto ahora ya las 'féminas' son poco románticas... En tiempos pasados, este tema les hubiera llamado más la atención y hubiesen puesto ya algún comentario a favor o en contra, je, je.
Yo sigo asegurando, que todo tiempo pasado fué mejor... pero no se vayan a enojar conmigo. Hasta pronto...