jueves, 12 de febrero de 2009

RECUERDOS DE MI LEJANA INFANCIA. - - - A solicitud y dedicado a mi amiga Lola de Almería (España).










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Cuando era yo un chamaco, vivíamos en familia en una sencilla y humilde casona tapatía, como tantas otras en parecido tamaño y costumbres.- Cada día se iba muy temprano al tianguis callejero más cercano, y algunas veces al gran mercado de San Juan de Dios o al del Gral. Corona, a comprar el tradicional "mandado”; todo lo necesario para hacer la comida de ese día.- Verduras frescas, mucha carne -en casa éramos y seguimos siendo carnívoros por excelencia-, algunos productos lácteos, muy poca fruta, (no me pregunten el por qué, ya que eran 'alteños', y dueños de huertas frutales muchos de nuestros antepasados), y todo aquello necesario para que mi Madre personalmente cocinara, y por cierto, ¡ muy sabroso..!
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Entre semana, era mi tía Lola, hermana de mi mamá y quién nunca se casó por cierto, viviendo siempre con nosotros, la que tempranito salía de compras para alcanzar a regresar, arreglarse, y puntualmente salir a trabajar como asistente del Director en el más acreditado negocio de ropa, calzado y novedades de ese tiempo.-
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Pero algunos domingos, días festivos o en vacaciones, me gustaba acompañarlos sobre todo si íbamos todos y se hacían algunas compras más en forma.- Esos mercados de antes eran lugares alegres, y con mucha más vida que los actuales supermercados.-

Los puesteros saludaban a diario amablemente, e invitaban a probar las bondades de sus productos.- “¡ Pásele marchantita, pase, patroncito !, miren que fresquitas tenemos hoy las verduras y la fruta... Grandotes jitomates de Sinaloa pa’ rellenar de salmón, (entonces mucho más popular que el actual atún o macarela enlatados).- Lleven sus mangos barranqueños y sus sandías ralladas que están bien dulces, antes que llegue el tiempo de aguas... ¡ Se las damos caladitas, patroncitos !
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Mientras mis mayores escogían y les llenaban las enormes canastas que llevábamos, me separaba un poco a escuchar los trinos de los pajaritos, que en jaulas -unas sobre otras-, llevaban los pajareros que según mi Padre eran medio mañosos y cuando alguien les compraba su mercancía, al entregarlos en una bolsa o jaulita individual, le daban un apretón en el pecho que los dejaba fastidiados, y no volvían a gorjear.-

Pero no todos los puesteros eran amables; hubo uno muy violento, quién al ver a mi Madre tomar entre sus manos unos mameyes para escoger su grado de madurez, de inmediato le gritó en forma majadera: “Oiga, vieja, ¡ si no compra no mallugue..!” (así dicen los rancheros, por magullar), aunque no contaba con que mi Padre, escrupuloso como era, cuando menos lo pensó ya le estaba restregando en el rostro una madura papaya, llenándolo de improperios.-
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Mientras mi Madre, bastante conocedora en gastronomía, escogía la mejor gallina para hacer buen caldo o el más tierno pollo si había enfermos en casa, acordando el precio, yo prefería retirarme un poco de allí a comprar 'ixtete', sabroso turrón duro aderezado con jugo (zumo) de limón, mientras la puestera tras retorcerle el pescuezo al ave, procedía a desplumarla introduciéndola un tiempo razonable dentro de un bote alcoholero con agua hirviente, ya preparado para tal efecto.-
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Una vez terminadas las compras del día, nos devolvíamos a casa en automóvil, en camión, o bien, con mi queridísima tía, -para mi como una segunda madre-, en una muy alegre y folclórica “calandria” tirada por un caballo, siguiendo primero la pachanga para escuchar un cilindrero en los muy bellos portales, mientras les daba algo de maíz quebrado a las palomas que bajaban en buen número a las plazas y jardines del centro de la ciudad.-

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Como verán, era una vida diferente y más tranquila que la que se vive en la actualidad.
Viejos recuerdos de este su amigo, ALF, el 'tapatío', hoy jubilado y gozando la familia.

1 comentario:

ALF dijo...

Querida Lolis... a tu sugerencia, voy a estar incluyendo en este Blog, algunos escritos míos con recuerdos de mi infancia.
Parece ser que a muy diversas personas les agradan y divierten.
Saludos en casa a tu esposo e hijos, y petons para Nuria, tus hijas y 'vos'.