SOBRE LAS "TORTAS AHOGADAS" Y LAS "TORTAS COMPUESTAS", apetitosos antojitos 'tapatíos' y sus inicios.

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Los tapatíos sabemos y aceptamos que uno de nuestros gustos más connotados es el poder saborear una picosa “torta ahogada de carnitas”. Y preguntando entre amigos si alguno de nosotros recordaba donde se vendieron las primeras, ese antojito tapatío de bien ganada fama, nos aseguró el más viejo, que fue en la esquina de la calle 16 de Septiembre - desde luego antes de su ampliación a Avenida, en tiempos del Gobernador González Gallo –, en la esquina con Miguel Blanco. Quién las sacó a la venta, era un señor medio rubio, precursor de las actuales tortas de “El Güero”, quién parado en plena banqueta con unas muy sencillas cabrillas, un lebrillo con trozos de birotes salados ya rellenos de carnitas, y la enorme olla de barro con salsa de chile de árbol molido con olores y vinagre, empezó su ahora prodigiosa venta.
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Contaban las lenguas, que a gusto de la clientela les ponía con la cuchara el picante que desearan, encima de la olla grande para no chorrear el piso; pero una vez, en un posible descuido, se le cayó la torta al picante, sacándola luego ya remojada por lo que la iba a desechar, cuando el cliente así la quiso, y aunque casi no resistía lo fuerte de la enchilada, pidió después otra igual y les hizo una estupenda propaganda entre sus ‘cuates’ y los asiduos marchantes de todas las mañanas, nombrándolas con el clásico nombre de “tortas ahogadas” tapatías. Adicionalmente hubo que vender refrescos fríos, tepache y agua de limón o frutas con hielo, para amortiguar aquellas casi incomibles “ahogadas”, de tan picosas.
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Diferentes, pero muy apetecidas también desde entonces, fueron las “tortas compuestas” de don Emiliano, con rica salsa de jitomate, lechuga y rabanitos. Las servía de lomo, pata, queso de puerco de hechura casera, sesos y otras variantes. El empezó por la calle de Morelos y 16 de Septiembre, en un sitio cerca del renombrado puesto de lotería del Sr. Manuel Lee, “el As de la Suerte”, esquina muy socorrida igualmente por ‘coyotes’ de boletas del Montepío, o por vendedores de relojes, alhajas de procedencia dudosa, cadenas, correas y pulseras en ventas del tipo de los entonces populares barilleros.
El negocio de las tortas se extendió bastante, aunque fue hasta mucho después que llegaron al Santuario, ya que las primeras supuestas “sucursales”, simples bandejas sobre cabrillas de tijera, se colocaron en puntos considerados estratégicos.

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Algunos puntos de éstos, seleccionados para la venta de las “tortas compuestas”, fueron frente a la antigua Estación del FF.CC., por Av. Colón; en diversos sitios alrededor del Teatro Degollado, y en múltiples días de festejos taurinos, en las afueras del pinturero y después derruido coso de “El Progreso” contíguo o muy cercano al entonces “Hospicio Cabañas” (hoy transformado en Centro Cultural Cabañas, reconocido mudialmente), en parte de la actual “Plaza Tapatía” al final del Mercado Libertad o de San Juan de Dios.
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Habiendo tocado el punto de la antigua Av. Colón, comentamos distintos puntos de vista sobre las obras anunciadas en dicha zona, sobre el viejo y ahora oculto puente “De las Damas”, sobre el cual cruzaba anteriormente la ruta de tranvías Norte y Sur, por lo que dejó de ser funcional siendo por ello, curiosamente tapado. Mucho antes, pasaba por allí mismo el arroyo de “El Arenal”, rodeado de productivas huertas de hortalizas; y tras embovedarlo, arriba del mismo se construyeron dos hoteles y un billar muy popular. (De nuevo hay planes para renovarlo y hacer una bella zona peatonal turística).
Lugar hace muy poco modificado por la modernización del viejo Mercado de Mexicaltzingo pero seguramente sujeto a nuevos cambios.

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Loa anterior fue sacado de una plática entre viejos y queridos amigos, que nos juntamos en un café a recordar tiempos pasados, no siempre mejores.

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ALF, el 'tapatío', su más mexicano, servidor y amigo de toda la vida.