DICHOS ANTIGUOS:.. *JALISCO NUNCA PIERDE; Y CUANDO PIERDE... ¡ ARREBATA !

--------------------------------------------------------------

En el México de "antes", imperaban los 'dichos' que nuestros ancestros calificaban como "Evangelios chiquitos". Uno de ellos muy conocido, es eque aparece en el título... "Jalisco nunca pierde, y cuando pierde... ¡ arrebata !

Veamos ahora la versión más conocida y creíble de como y por qué se popularizó esa frase...

---

Era el día 4 de Enero de 1864, cuando hizo su entrada a esta ciudad de Guadalajara, parte del ejército francés al mando del Gral. Bazaine que, una vez que acuarteló sus tropas en distintos edificios públicos y organizó el Gobierno del Estado, dejó repartidas convenientemente sus fuerzas en diversos lugares de Jalisco.

---

De ahí a poco tiempo, teniendo que salir el propio General, quedó al frente de la guarnición de la ciudad el Gral. Abel D., mismo que sólo por unos días estuvo en aquel cargo, por haber tenido que salir casi precipitadamente hacia San Luis Potosí, confiando entonces el mando de tan importante 'Plaza' al intrépido Coronel Garnier que mandaba el regimiento 41 de Línea, y al también Coronel Dupartier, que estaba al frente del 81, con tres Compañías del 3º de Zuavos y cuatro de los Escuadrones de Cazadores de África, que comandaba - otro de igual grado – de apellido Margaritte, quién tuvo un final altamente trágico e inhumano por cierto.
---
Además de estos importantes elementos extranjeros, quedaron también en la ciudad varios soldados mexicanos, que a la salida de los Escuadrones Argelinos del Coronel Murnier, fueron acuartelados en el edificio del ex-Clerical – contiguo al templo de ‘La Soledad’ – donde estuvo posteriormente el Palacio Federal y las Oficinas del Timbre.
---
A estos soldados mexicanos, aliados seguramente por la importante paga ofrecida en el ejército francés, muchos de los tapatíos molestos, los apodaron como los “Zuavos cimarrones”.
--
Transcurría el “Martes de Carnaval” de ese mismo año de 1864, en que por cierto, la guarnición de la Plaza no contaba con más fuerzas que unos ochocientos hombres. Ese día, al enterarse los ‘reboceros’ del barrio del Santuario de Guadalupe, capitaneados por el muy popular “Chaparro Feliciano”, que cuatro mil soldados a las órdenes del Gral. Uraga habían llegado hasta el vecino pueblo de Santa Anita, se propusieron ir a desarmar a los llamados “Zuavos cimarrones”; y al efecto, en número de veinticinco – según unos – y de más de sesenta – según otros –, llegaron hasta la puerta del cuartel mencionado y astutamente lograron apoderarse de las armas del Centinela, así como de toda la guardia o ronda del día. Más cuando ya se creían victoriosos, el mismo Centinela que comprendió de lo que se trataba, lanzó la voz de alarma, llegando de inmediato y apresuradamente al Cuartel, el Oficial francés que los mandaba, con algunos zuavos de los verdaderos y logró en una muy breve y súper rápida operación, recuperar todas las armas que les había sustraído.
---
Pero para ese entonces, como parte de los ‘reboceros’ ya se habían apoderado de todas las prendas de vestir que encontraron en el lugar, el “Chaparro Feliciano” burlón, se las mostró al Oficial francés aquel, gritándole...

¡¡ Mira “gabacho” !!; ¡¡ Jalisco nunca pierde... y cuando pierde, arrebata..!!
--
Creen algunos jaliscienses de los más versados y antiguos de la capital, que la primera parte de este 'dicho' o proverbio tan jalisciense, data del pronunciamiento de Blancarte en ésta misma ciudad 'tapatía', cuando con solo un puñado de valientes se apoderó del Palacio de Gobierno.

---

Más sea esto o lo que fuere, lo cierto es que al menos la segunda parte del mismo 'dicho', está comprobado que se debe a la acción del tal líder ‘rebocero’, ¡ el “Chaparro Feliciano”..!, máximo líder en la pasada acción reseñada.

--- ººº --- ººº --- ººº ---

Como esta, hay mil anécdotas de esa época pasada, tan aguerrida como en otros casos romántica, que forma parte de nuestra identidad y recordamos con mucho orgullo.

ALF, el 'tapatío', amigo de todos Ustedes en ocasiones comunicador de leyendas y cuentos viejos, y en otras modesto reseñador de situaciones vividas o conocidas en mis tres cuartos de siglo.